CONTEMPLACIONES POLÍTICAS

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Thomas Kuhn y las Revoluciones Científicas

Thomas Kuhn (1922 1996) es lo que podemos llamar un “Filosofo de la Ciencia” comenzó su actividad académica en la Universidad de Harvard, obteniendo su Bachelor en Física, para luego desarrollar su doctorado en Historia de la misma universidad. En el año de 1962 pública la obra que pretendemos reseñar y que ha sido su obra más importante, aún cuando ha tratado de desarrollar los conceptos en otros textos. 

La obra se denomina La Estructura de las Revoluciones Científicas y para este trabajo se tomó como referencia la edición del Fondo de Cultura Económica del año 1996. 

Thomas Kuhn propone como referencia un término que ha sido de referencia básica para el desarrollo científico en todas las áreas de las ciencias (sean estas naturales o sociales). Él se refiere al paradigma, que según la traducción citada son “realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica”[1] (p. 13).

Kuhn considera que la ciencia es un proceso que evoluciona y que debe buscar soluciones a los problemas que se plantean durante el avance del mismo por eso establece la relación entre el paradigma para entender el proceso de cambio de las ciencias.

Se puede ejemplarizar el desarrollo del paradigma mediante las transiciones que han existido en diversas áreas de las ciencias sociales. Proponiendo como ejemplo, se puede hablar de la evolución de una paradigma positivista, luego a uno de reacción social para finalmente enmarcarse el modelo de preguntas y respuestas dentro del paradigma crítico en el caso de la Criminología o los paradigmas Idealistas, Realistas, transnacionalistas y globalista en las Relaciones Internacionales.

Todo proceso comienza cuando existe una ciencia normal, que es aquella que rige las investigaciones de una comunidad científica durante determinado período de tiempo; esta ciencia normal ata el desarrollo de las investigaciones a ciertos parámetros preestablecidos, desarrollando mecanismos de los cuales no se puede salir, a menos que se comience a recibir críticas por parte de quienes forman dicha comunidad. Y en todo trabajo de investigación debe haber prioridad al paradigma que predomina en ese momento histórico.

Pero como todo proceso en la historia, se puede llegar a una situación de crisis del paradigma, lo que se puede entender como los avances de la investigación, generalmente acompañados con el método que se usa para investigar, en torno a ciertos aspectos que el paradigma anterior no podía resolver, o resolvía de manera insuficiente, generando la necesidad de reubicar el paradigma para satisfacer las necesidades de la investigación.

Es en este momento donde se desarrolla la Revolución científica, como respuesta a la crisis que vive el paradigma, desarrollando una nueva comunidad científica que se apegue a lo que establezca ese nuevo paradigma y volviendo nuevamente al ciclo de ciencia normal y una posible crisis del paradigma.  

El problema de la construcción del paradigma se puede ver más claro en las que llamamos ciencias sociales debido a que en ellas el recurso a la comprobación matemática que de un margen porcentual del 100 % y que permita demostrar lo infalible que puede ser una teoría sustentada en el paradigma hace que se cometa un error denominado matematicismo, el cual considera general lo que es mayoritario. Esto genera un apego a las teorías que se desarrollan dentro de cualquier paradigma que impiden ver que existan problemas que no puedan resolverse saliendo del mismo. A veces confundimos la verdad con la fe y esto genera verdaderos problemas.


[1] Es importante tener en cuenta esta definición para entender la propuesta de Kuhn acerca del desarrollo de la ciencia, si reconocemos que la gran mayoría de investigadores sociales la usan, pero al parecer la manejan desde la visión ofrecida por la Real Academia Española (Ejemplo o ejemplar.), algo así como un modelo a seguir, pero que no encaja dentro de los procesos de desarrollo científico.
John Locke y el Empirismo

John Locke nace en wrington, Inglaterra, el día 29 de agosto de 1632, lleva a cabo sus estudios en la Westminster School y en la Universidad de Oxford, interesándose no únicamente por la Filosofía (su área de trabajo más conocida) sino también por otras áreas como la medicina y las ciencias naturales (fisiología, física, matemática y química), situación que se presenta en otros investigadores de la época como Newton[1], Hobbes o Descartes. Parte de la formación intelectual de Locke se debe a su interés en el estudio de autores como Hobbes, Gassendi y Descartes.

Sus preocupaciones durante su trabajo académico y de investigación se centraban en la relación entre pensamiento y conducta, con un acento entre el equilibrio que debe existir entre el “…derecho individual y la obligación social, sus actitudes provisionales ante las soluciones, su disgusto por el dogmatismo, su interés por el equilibrio y la autoestabilización.” Locke muere el 28 de octubre de 1704, dejando a su paso un amplio temario sobre sus cuestionamientos filosóficos y epistemológicos. Teniendo sus ideas una fuerte influencia (como suele ocurrir, malinterpretadas), en las revoluciones estadounidenses y francesas, así como en teorías del conocimiento del Siglo XIX y XX.

La obra que servirá de análisis para la comprensión del pensamiento filosófico empirista es Ensayos Sobre la Ley Natural, publicada en Madrid por el Centro de Estudios Superiores, Sociales y Jurídicos “Ramón Carrande” en el año de 1998.

Lo que propone Locke en el texto (8 ensayos) es la existencia de una “…ley natural (…) de que esa es la voluntad de Dios; el contenido de esa ley se conoce por la luz natural que nos indica que es conforme con la naturaleza racional y constitutiva del hombre, lo que es, por tanto, bueno (…) La ley natural prescribe, pues, todas las virtudes. La obediencia a la ley natural lleva a los hombres a la cima de la virtud y la felicidad hacía las cuales llama Dios y tiende a la naturaleza.”

Para tratar de justificar esta tesis, contradictoria durante el desarrollo de los ocho ensayos, Locke recurre al empirismo, que permite relacionar toda nuestra experiencia por medio de la relación que nosotros obtengamos de nuestros sentidos. En cierto modo, lo que propone Locke en algunos pasajes es tratar de extraerse de la existencia de una Ley Natural proveniente de una existencia divina y que se nos inserte por el hecho de ser humanos; él pretende desarrollar un esquema argumentativo que permita establecer la importancia de la Ley Natural por la misma experiencia que nosotros desarrollemos y que nos permita acceder a su existencia, desarrollando experiencias auténticas que reforzaran la existencia de dicha propuesta, la Ley Natural. Para reconocer la percepción se debe recurrir a lo que él denomina percepciones primarias y percepciones secundarias; las primeras son las verdaderas cualidades y las segundas se enmarcan en un referente más subjetivo[2]. Locke también hace diferencia en el Conocimiento de hecho, que denomina de opinión, y un conocimiento probable, el cual solo puede llevarse a cabo por las analogías, provenientes de cosas o acontecimientos accidentales.

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[1] Por ejemplo, al momento de la muerte de Newton solamente el 31 por ciento de su biblioteca correspondía a textos que se pueden considera científicos, en tanto que el interés que él tenía en temas como la Historia, la Teología, la Filosofía y la Teología era muy amplio. 

[2] Y podemos considerar que lo subjetivo es más importante al momento de obtener conocimiento, en especial en las Ciencias Sociales, donde no es prudente afirmar si una posición es errada o no.


René Descartes y el Racionalismo 

René Descartes es un filósofo francés que nació en La Haye, Francia, en 1596, y vivió gran parte de su vida errando por Europa. Estudió matemáticas, derecho, filosofía y ciencias naturales y este desarrollo académico genera relevancia en su concepción acerca de la Filosofía y cómo debe ser entendido el conocimiento. Comenzó su actividad laboral sirviendo al ejército de los Países Bajos, sirviendo a las órdenes de Mauricio de Orange. También tuvo estancias en Alemania, Hungría e Italia. Finalmente se asentó en Holanda, donde considero que era el mejor lugar para desarrollar su modelo filosófico.

A Descartes se le considera el “Padre de la filosofía moderna” al haber tratado de recopilar las ideas de la época y construir un sistema filosófico consistente, en comparación con la visión sobre el conocimiento desarrollado en la Edad Media. Para desarrollar este sistema filosófico su discusión se basaba en establecer el origen del conocimiento, que para la época desarrollaba la división entre el empirismo (la experiencia se obtiene mediante la sensación o la experiencia) y el racionalismo (donde se considera que la razón es la “única garantía de un conocimiento verdadero”). Al tratar de justificar una visión racional del conocimiento, Descartes se enfrasca en consideraciones cuantitativas, al considerar que las matemáticas un “modelo para construir una nueva filosofía”.

La filosofía cartesiana se divide en dos: la primera parte buscaba entender la certeza de nuestro conocimiento y poder establecer lo que podemos conocer. La segunda tiene que ver con la relación entre el alma y el cuerpo. Por razones de trabajo nos enfocaremos en la primera donde Descartes propone un método bajo cuatro condiciones, extraídas de las matemáticas, que establecen en primer lugar “no admitir como verdadero cosa alguna que no se sepa con evidencia que lo es”; en segundo lugar “dividir cada dificultad en cuantas partes sea posible y en cuantas requiera su mejor solución”. De aquí se pasa a un tercer paso, donde propone “concluir ordenadamente los pensamientos”, esto es, pasar de lo simple a lo complejo. Finalmente expresa que hay que “hacer en todo unos recuentos tan integrales que se llegue a estar seguro de no omitir nada”.

Del anterior método para la investigación científica se deben extraer verdades absolutas, universales y necesarias; verdades irrefutables que se consiguen mediante el análisis (para comprender la esencia de todo hay que conocer la naturaleza de sus partes) y la síntesis (que implica llegar a conocer la esencia del conocimiento, conocer sus aspectos y relaciones básicas en una perspectiva de totalidad).

Uno de sus textos esenciales para la comprensión de su propuesto epistemológica es el libro titulado Meditaciones Metafísicas, tomando en consideración la edición del año 2001 de Panamericana Editorial.

Descartes crítica una cuestión que está plenamente identificada en el proceso del conocimiento de las personas, y que se comparte para este trabajo. Él dice “los juicios de muchos son tan desmañados e inestables que se deja influir más por las primeras opiniones recibidas, sin importar cuán falsas e irracionales sean, que por una refutación veraz y firme de éstas, debido a que la han recibido después”. Descartes pretende romper con esa tradición y por eso busca llevar a cabo un ejercicio racional por medio del cual trata de responder las refutaciones hechas al texto el discurso del método, que fue publicado en 1637. El libro meditaciones metafísicas fue publicado en 1641 y tenía como objetivo “tratar de nuevo las cuestiones de Dios y la mente humana, y al mismo tiempo los principios de toda la metafísica”. Para tratar de cumplir con dicho objetivo pretendía una organización temática que expusieran en primer lugar aquellos pensamientos mediante los cuales él creyó haber alcanzado un conocimiento certero y evidente de la verdad, y poder establecer si es posible convencer a otros con las mismas razones que a él lo convencieron. Luego de esto pretende dar respuesta a las objeciones que le han manifestado sobre esas verdades.

El texto se divide en seis meditaciones. En la primera busca implementar la necesidad de poner todo en duda, subvirtiendo las verdades, que en realidad son falsas, y comenzar desde los cimientos. Explica que al venir lo que conocemos de los sentidos, esto puede ser en ocasiones un engaño. Las razones para no confiar en los sentidos y en dudar de las verdades se deben ejercer por razones sólidas y meditadas.

Desde esta primera meditación se hace una fuerte referencia a la existencia de Dios, la cual ocupará gran parte de su desarrollo filosófico.

En su segunda meditación se pregunta ¿qué será verdadero? A lo que él mismo se responde “que no hay nada cierto”, excepto que deba existir una condición en la que “yo soy, yo existo” (luego expondrá porque Dios es necesariamente verdadero). Recuerda además que solamente es el conocimiento el medio por el cual se perciben los objetos. Su tercera meditación desarrolla lo que él considera un error fundamental que consiste en “Juzgar que las ideas que están en mí son similares a o concordantes con determinadas cosas externas a mí”. Para Descartes las ideas son innatas, adventicias y fruto de mi mismo. Su comprensión puede darse subjetivamente (operación del entendimiento) u objetivamente (representación de las cosas). Cuando se busca algo fuera de uno mismo se llega a la naturaleza, que es considerada por Descartes “solo si cierto impulso lleva a creerlo”. Por esta razón expresa que existe la falsedad, la cual puede ser formal (que se halla en los juicios) o material (que representa lo que no es real como si lo fuese).

Luego vuelve a la idea de justificar a Dios, diciendo que “existe necesariamente”, dándole una seria de adjetivos propios de la religión judeo-cristiana, lo que permitiría pensar que la crítica la primera opinión según Descartes se encuentra también en él. Él justifica la existencia de Dios porque “hay que considerar si hay algo que no haya podido proceder de mí mismo”.

Dios, al contener todas las riquezas de las ciencias y del conocimiento, y al ser algo perfecto, no puede ser capaz de engañarnos dado que en “todo engaño o embuste existe alguna imperfección”. En contraposición a la idea cartesiana de Dios, él expresa la existencia de nada, considerada como “aquello que carece por completo de cualquier perfección”. Para tratar de justificar por qué el hombre, al provenir de Dios, no es plenamente perfecto, pero tampoco lo completamente imperfecto para ser nada, reconoce que Dios entregó ciertas facultades pero que somos capaces de cometer errores, especialmente en nuestras facultades de conocer (percibir ideas acerca de las cuales puedo juzgar) o de escoger (libre albedrío). Lo anterior proviene de nuestra voluntad, que puede llegarse a extender a cosas que no entendemos.

Para evitar la comisión de errores Descartes reconoce que “es verdadera toda percepción clara y distinta”. El ejercicio mental que nosotros hacemos debe ser tan claro y distinto que impida que cometamos errores, y este ejercicio impediría la posibilidad de juzgar mientras no se perciba de manera clara y distinta qué es lo verdadero.

Percibir las cosas clara y distintamente es lo que sienta la base de su quinta meditación, en donde vuelve a referirse a la existencia de Dios, como fuente de la certeza y la verdad de toda ciencia.

Finalmente, en su sexta meditación se pregunta si las cosas materiales realmente existen, a lo que responde afirmativamente “en tanto que son objeto de matemática pura”. Sin embargo, dado que las cosas materiales se conocen también por los sentidos, y debido a que estos pueden hacer que se cometan errores, es preciso convocar todos los sentidos, la memoria y el entendimiento para el análisis, sin que ninguna de esas facultades contradiga a las otras, lo que evita dudar de la verdad.

Se puede concluir que Descartes plantea un desarrollo lo más racional posible y alejado de lo que podamos captar con los sentidos. Sin embargo, cae en el error, que suele ser la crítica más común a él de aceptar la existencia de Dios de una manera casi instantánea, por el hecho de considerar que reconocemos la existencia de un ser perfecto. Pero ¿por qué llamarlo Dios? Y ¿por qué no creer que de acuerdo a la mitología de cada comunidad o sociedad, no hay un Dios, sino Dioses y estos también pueden cometer errores?
Sobre la Epistemología y la Gnoseología: Introducción

Hoy me dispongo a dialogar sobre la necesidad de reconocer las formas cómo nosotros, la especie humana, nos apropiamos del conocimiento. Y hago énfasis en el carácter particular de nuestra especie ya que se ha demostrado recientemente que otros grupos de animales, los cetáceos, han construido modelos de comunicación y relacionamiento social, reconociéndose frente a ellos elementos de construcciones comunicaciones y dialectales propias. 

Para la muestra: http://www.eldia.com/nota/2017-10-18-1-48-9-prueban-que-las-ballenas-hablan-como-los-humanos-informacion-general

Pero bueno, esto no es un trabajo sobre etología o análisis social animal. Es un trabajo más para amplios sectores de ambientalistas a ver si algún día logramos cambiar la imagen antropocéntrica del mundo y terminamos con el ecocidio (en palabras del teólogo de la liberación brasilero Leonardo Boff) que al final también nos afectará a nosotros. Es mejor hablar sobre el conocimiento

Las próximas entradas tratarán sobre diversos temas afines a este campo del conocimiento. Tratarán del racionalismo cartesiano, el empirismo inglés y los elementos de la ciencia que han servido para construir las transformaciones, o más bien, las revoluciones científicas. 

En cada apartado se trabajará acerca del autor representativo de estas áreas y los aportes que entregó a la teoría del conocimiento. 

Comencemos...
 
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